10 feb 2016

Es muss sein!

"La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas, la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad? Ése fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecernos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. 
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones (...)

Es muss sein!

La última frase del último cuarteto de Beethoven está escrita sobre estos dos motivos:
Muss es sein? (¿Tiene que ser?) Es muss sein! (¡Tiene que ser!) Es muss sein! (¡Tiene que ser!)
Para que el sentido de estas palabras quedase del todo claro, Beethoven encabezó toda la frase final con las siguientes palabras: “Der schwer gefasste Entschluss”: “Una decisión de peso”...

A diferencia de Parménides, para Beethoven el peso era evidentemente algo positivo. “Der Schwer gefasste Entschluss”, una decisión de peso, va unida a la voz del Destino (“es muss sein”); el peso, la necesidad y el valor son tres conceptos internamente unidos: sólo aquello que es necesario, tiene peso; sólo aquello que tiene peso, vale.

Esta convicción nació de la música de Beethoven y, aunque es posible (y puede que hasta probable) que sus autores hayan sido más bien los comentaristas de Beethoven y no el propio compositor, hoy la compartimos casi todos: la grandeza del hombre consiste en que carga con su destino como Atlas carga con la esfera celeste a sus espaldas. El héroe de Beethoven es un levantador de pesos metafísicos.

La verdadera historia del famoso motivo “muss es sein?, es muss sein!” es la siguiente: 

Cierto señor Dembscher le debía a Beethoven cincuenta marcos y el compositor, que jamás tenía un céntimo, se los reclamó. “Muss es sein?” suspiró desolado el señor Dembscher y Beethoven se echó a reír alegremente: “Es muss sein!”; inmediatamente anotó aquellas palabras y su melodía, hizo sobre aquel motivo realista una pequeña composición para cuatro voces: tres voces cantan “es muss sein, es muss sein, ja, ja, ja”, “tiene que ser, tiene que ser, sí, sí, sí”, y la tercera voz añade: “Heraus mitt dem Beutel!”, “¡Saca el monedero!” Ese mismo motivo fue un año más tarde la base de la cuarta frase de su último cuarteto opus 135.                 

La frase “es muss sein!” le sonaba cada vez más majestuosa, como si la pronunciara el propio Destino. En el idioma de Kant, hasta el “buenos días”, con la entonación precisa, puede adquirir el aspecto de una tesis metafísica. El alemán es un idioma de palabras pesadas. De modo que “es muss sein!” ya no era ninguna broma, sino “der schwer gefasste Entschluss”.

De ese modo, Beethoven transformó una inspiración cómica en un cuarteto serio, un chiste en una verdad metafísica. Esta es una interesante historia de transformación de lo leve en pesado (o sea, según Parménides, de transformación de lo positivo en negativo). Sorprendentemente, semejante transformación no nos sorprende. Por el contrario, nos indignaría que Beethoven hubiese transformado la seriedad de su cuarteto en el chiste ligero del canon a cuatro voces sobre el monedero de Dembscher. Sin embargo, estaría actuando plenamente de acuerdo con Parménides: ¡convertiría lo pesado en leve, lo negativo en positivo! ¡Al comienzo (como un boceto imperfecto) estaría la gran verdad metafísica y al final (como la obra perfecta) habría una broma ligera! Sólo que nosotros ya no sabemos pensar como Parménides."

26 abr 2013

Autobiografía.





«Ella era una diosa con zapatos de tacón, con un corazón que era amante de las ruinas. Ni te imaginas cuántas noches de pasión; yo le daba rosas y ella sólo veía espinas. Niña coqueta… no había sitio en esos labios para los versos mercenarios de un poeta; en su maleta sólo había decepción. ¡Pobrecita! no es vencible, no la rinde ni el amor.»